En este año se concreta la inauguración del edificio
construido para Trabajo Social – UNA como sede propia. Es un paso importante
para la carrera, de verdad lo es, pero no por el edificio en sí mismo, para
comprender es necesario mirar el camino andado y lo que ello representa. Sin
conocer toda la historia, quiero aportar desde la experiencia como estudiante,
en dos etapas importantísimas, la estadía en la Facultad de Filosofía y su
posterior desanexión.
Cuando ingresamos allá en el 2009 todo en trabajo Social era
complejo, nosotros ingresamos 54 ese año y estábamos muy entusiasmados. La idea
de la universidad era nueva. En mi caso también venía de la experiencia de la
organización de los niños trabajadores por lo que enseguida me intereso el
aspecto organizativo del estudiantado en la Carrera. Y en eso era más complejo
aún, pues por ejemplo existía dos centros de estudiantes, una respondía a las
autoridades de la facultad de filosofía, y el otro estaría feneciendo.
Recuerdo que desde el Consejo de Filosofía cambiaban nuestras
Malla curicular a gusto y antojo, utilizaban los rubros docentes para otras
carreras, buenos docentes se retiraban de la por manoseo a su trabajo, nos regíamos
con las “reglas” de la facultad de filosofía. El plantel docente hacía años que
ganaba el mismo salario y a los estudiantes nos obligaban a pagar igual a las
carreras de Periodismo, psicología y demás por las matrículas y exámenes finales,
cuando se debía tener de eso de forma diferenciada. Sin embargo, la esencia de
nuestra incomodidad en seguir en la Facultad de Filosofía radicaba en que como
carrera necesitábamos crecer, desarrollar y profundizar nuestra profesión, y
allí en definitiva no se podía. Además, también soñábamos con un edificio
propio, administrado por una instancia paritaria entre docentes, estudiantes,
egresados y trabajadores de la carrera, soñábamos con poder hacer campamentos,
pintatas, paneles y demás actos por las cuales no seamos perseguidos por las
propias autoridades de nuestra universidad. Actividades que nos permitiera
vincularnos a las organizaciones sociales de nuestro pueblo, nosotros decíamos
que la Universidad es del Pueblo, pues con los impuestos de la gente
trabajadora se pagaba todo lo que allí se podía ver. Queríamos aprender para
salir a servir al pueblo. Por esas, y otras razones fue que iniciamos la lucha
por la desanexión.
Nuestra lucha duró años en la Facultad de Filosofia, nos
ganamos la enemistad de muchos docentes, estudiantes y autoridades, y por otro
lado la simpatía la admiración de algunos, y sobre todo nuestra carrera, y en
particular el estudiantado, era mirado por la gente de afuera como ejemplo de
lucha y nos acompañaban en esos sueños de una universidad para el pueblo,
organizaciones campesinas, indígenas, sociales, de la diversidad sexual, niñas
y niños nos expresaron su apoyo y en muchos casos fueron a nuestros actos a
solidarizarse.
Un pleno 23 de diciembre fuimos hasta el rectorado, y creo
que allí se consiguió nuestra Desanexión, nos lo ganamos. La Decana de la
Facultad de Filosofía se hartó de nosotros, si se hartó de marchas, paneles,
campamentos, pintatas de murales, de fiestas de la diversidad y le dijo al
Rector de ese momento que nos deje ir. Desde allí empezó la desesperación de
donde nos vamos ahora, donde iniciaríamos las clases el año siguiente que
iniciaba meses después.
La mano solidaria del ISEFH nos recibió y allí estuvimos por
unos años, hasta hace poco. Teníamos poco espacio pero nuestra primera
conquista fue ensayar una instancia en la que todos estemos representados, el
Consejo de Carrera, con bajos y altos eso se instaló. También se recuperó el
Centro de Estudiantes de Trabajo Social, con fricciones y contradicciones, pero
se logró reinstalar ese espacio del estudiantado. Con todas las diferencias y
dificultades, nuestro punto de encuentro entre docentes, estudiantes de
distintas tendencias sociales, políticas e ideológicas, siempre fue nuestra
idea de acercarnos a la gente del pueblo, a los sindicatos, a las
organizaciones sociales, organizaciones de sectores como lo de los bañados, y
otros. Así se retomaron los centros de prácticas con organizaciones sociales. Acompañamos
en el 2014 la Huelga General de los trabajadores del país que se realizaba
después de 54 años, participábamos de las olimpiadas estudiantiles de la UNA
con Carteles “No más seccionales en las facultades” y muchas otras actividades
en el cual la orientación en la vinculación al pueblo, y la de asumirse, entre
docentes y estudiantes, como parte del pueblo.
Por tanto, la inauguración de la casa de estudios ahora en
el campus de la UNA, es un paso. Pero será el paso más importante de la
historia de la carrera si con ella se logra que en ese edificio puedan ir
permanentemente organizaciones sociales a realizar sus seminarios, foros,
congresos, si esta inauguración sirve para acercar al estudiantado a estos
sectores y orientar a la carrera hacía ese horizonte.
Fran Estigarribia
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